Tuesday, 13 November 2012
Efectúan investigación sobre cambio climático en ciudades costeras de Chile
Nuestro país al igual que otros se ha visto afectado por los efectos del cambio climático global. Tal como lo muestra un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), se describe un aumento de las temperaturas, concentrando los mayores incrementos en la zona norte y sur, en el área de la cordillera, lo que se percibirá en el suministro de agua por el aumento de los deshielos.
En el documento se plantea una disminución de las precipitaciones a lo largo del todo el país, lo que provocará una baja en la disponibilidad de agua en ríos, cuencas de baja altura que pasarán de ser nivo-pluviales a sólo pluviales. La disminución potencial del agua se reflejará no sólo en el consumo humano sino que también en los sectores agrícola, energético, sanitario e industrial.
Para conocer cómo impactará este escenario en las ciudades costeras de Antofagasta, Valparaíso y Talcahuano, los profesores del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Luis Álvarez y Dahyann Araya, desarrollarán un estudio de carácter preliminar denominado “Modelación del Cambio Climático en la Costa Chilena”, con financiamiento de la Dirección de Investigación de la PUCV.
“El borde costero se integra tardíamente al desarrollo en la medida que se fue vinculando a los sistemas portuarios, de esparcimiento, turismo y productivos. Empezaron a generarse estructuras urbanas que de alguna forma son más vulnerables. Las ciudades costeras están entre esos dos grandes ecosistemas: el marino y el terrestre. Todo lo que pase en la costa está vinculado con las condiciones marítimas, que generan los cambios climáticos o meteorológicos, que inciden en el territorio”, explicó el profesor Álvarez.
En el caso de Valparaíso, la topografía de la ciudad incrementa la demanda de energía, distribución de recursos, lo que hace más crítico su desarrollo urbano. En ese sentido, el especialista propone que las ciudades costeras deben hacerse más sustentables en relación con los componentes naturales de su entorno.
“Ahí está la necesidad de investigar, generar datos, registros para contar con referencias, series de tiempo para analizar su transformación. Con esa información será posible reorientar el desarrollo de los asentamientos poblados de la costa y abordar lo crítico que viene. Si no lo anticipamos, vamos a tener serios problemas de sostenibilidad, de crisis del hábitat que se deteriora y pierde su capacidad para entregar sus recursos, entrando en una crisis desde el punto de vista urbano”, precisó el académico.
El problema del agua
La población en el Gran Valparaíso se acerca al millón de habitantes. Casi el 85% del agua que consumimos proviene del río Aconcagua y este se ha visto muy vulnerable por la sequía que ha afectado a la región. Por lo mismo, las ciudades costeras deben hacer enormes esfuerzos para generar infraestructura de agua en su contexto. El recurso que llega a Valparaíso recorre más de 95 kilómetros de distancia. En ciudades como Antofagasta el agua viaja más de 200 kilómetros desde el pie del monte andino.
“Nuestra gran condición natural que permite desarrollarnos como país es la cordillera de Los Andes y su isoterma cero. Producto de estos cambios climáticos, la isoterma ha cambiado de altura. Esta es la cota de frío que permite conservar el agua en forma de nieve. Ese es el nivel de acumulación de nieve que necesitamos para nuestro desarrollo y se apoya en los deshielos. Nuestro desarrollo se ampara en una condición de extrema vulnerabilidad como esa. Esto nunca se ha medido. ¿Está asegurada el agua de hielo a futuro para el Valle Central?”, se cuestiona el experto.
En esta lógica, asegura, ya es tiempo de crear la regularidad de esta condición y ver cómo opera el ciclo, saber que es posible que vengan periodos largos de sequía y estudiar cómo aprovisionar mejor el agua.
“Estos trabajos preliminares muestran la evidencia que se hace necesario una investigación. Este proyecto muestra la necesidad de investigar e implementar un sistema para monitorear. La idea es crear un modelo que permita empezar a tener una especie de vigía, un observatorio de las ciudades costeras. Ellas tienen un metabolismo y se requiere diagnosticarlo”, concluyó Álvarez.