Una vez que los Estados de América Latina y el Caribe hayan abordado la emergencia sanitaria, la región se enfrentará a un período de contracción económica. La necesidad de responder rápidamente para evitar una grave crisis económica puede ser un argumento de peso para hacer caso omiso de las consideraciones climáticas. Sin embargo, si éstas no se integran, la recuperación empujará a la región por un camino con efectos aún más dramáticos que los de la COVID-19.
Los planes de recuperación económica después de la enfermedad COVID-19 requerirán grandes cantidades de recursos, lo que aumentará la ya elevada deuda de la región. Con los efectos actuales y previstos del cambio climático - sequías, inundaciones, huracanes, pérdidas en la producción agrícola, pérdidas de energía y exposición a un aumento de las pandemias, entre otros- la capacidad de la mayoría de los países para responder a las crisis climáticas se verá gravemente disminuida.
En este contexto, nunca ha sido tan importante como ahora hacer que las estrategias de respuesta de la COVID-19 sean diferentes de los planes de recuperación económica que se han visto hasta ahora. La incorporación de soluciones sostenibles y “a prueba del clima” nunca ha sido más importante que ahora para mejorar la resiliencia de las sociedades, y de estar preparados de la mejor manera posible para el futuro. Los países deberían integrar la sostenibilidad en sus planes de recuperación post-COVID-19. En el presente documento se describen las oportunidades de integrar cinco áreas de alta oportunidad clave, con la capacidad de generar un crecimiento económico sustancial y millones de empleos decentes.